Entre sus alojamientos insólitos, el Valle del Sarthe le propone dormir… ¡sobre el agua! Una deliciosa aventura fluvial le espera al timón de un confortable barco equipado para realizar un auténtico crucero de 2 a 7 días, con total independencia.
Aparte del rico patrimonio natural e histórico de sus orillas, un gran número de guías especializadas recomienda el Sarthe por su excepcional tranquilidad de navegación. El Sarthe es un río agradable, con pocas esclusas, ideal para los principiantes, que discurre por 130 km y que invita a disfrutar de una dulce y deliciosa aventura aderezada con molinos, floridas esclusas, pequeñas aldeas y restaurantes gastronómicos. Para ponerse al timón no se precisa licencia. Antes de zarpar del puerto, recibirá instrucciones personalizadas y una guía de navegación. En temporada alta, también encontrará a su disposición escluseros que le ayudarán a pasar las esclusas. Por tanto, solo tiene que seguir las reglas simples de la navegación para convertirse en un navegante sin igual.
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La embarcación la Fauvette (12 plazas + 12 bicis) que sale de Angers le trasladará hasta Cheffes-sur-Sarthe. El viaje de vuelta puede hacerlo en lanzadera o en bici. Para obtener más información, contacte con: Angers Loire Tourisme: 02 41 23 50 00
Para obtener más información: "Nuestro folletos".
El Sarthe y sus afluentes (el Huisne, el Vègre y el Gée) son célebres por la calidad y la variedad de su fauna piscícola.
© P. Cadiou
Muchos otros lugares se encuentran también acondicionados para practicar la pesca, y algunos de ellos disponen de pontones especialmente equipados para las personas con movilidad reducida.
Para convertirse en marineros de agua dulce o hacer anillos en el agua, en familia o entre amigos,
el Sarthe pone también a su disposición pequeñas embarcaciones. Una opción tranquila e ideal para pasear o ir de picnic…
Al igual que otros muchos ríos, el Sarthe se utilizó desde la Edad Media para la navegación fluvial de embarcaciones de tonelaje reducido. Al ser navegable 133 km, desde Le Mans hasta su confluencia con el Mayenne, permitía comunicar el Atlántico con las regiones agrícolas de Normandía, del Maine y del centro de Bretaña, a través del Loira. El comercio por vía fluvial tomó realmente impulso en el siglo XVI. Un gran número de gabarras surcaba el río para transportar carbón, cereales, madera, cáñamo, mármol, vino y toba calcárea. En un principio, el transporte se realizaba con gabarras tiradas por hombres que las remontaban con cabrestante por las empedradas de los molinos.
En el siglo XIX, el Sarthe se dotó con veinte esclusas de cuenco para mejorar la navegabilidad. Para sirgar con caballo, se acondicionó un paso por la orilla. Un gran número de pueblecitos de hoy en día, se desarrollaron en torno a este nuevo eje de comunicación. Los viajeros utilizaban los barcos de vapor. Alrededor de 1930, el transporte pasó a ser el dominio de las gabarras propulsadas con motores diesel. Más tarde, el desarrollo del ferrocarril provocó el progresivo declive de la navegación comercial, que desapareció definitivamente a principios de los años 1970. Pero tras un breve período de olvido, el Sarthe ha vuelto a cobrar importancia en la actualidad convirtiéndose en el hilo conductor de una floreciente actividad dedicada al encanto de la navegación de recreo y al ocio.